En octubre de 1936, después de la toma de Toledo por parte de los sublevados, las tropas republicanas en retirada y completamente desorganizadas se establecieron al sur del río Tajo. Mantuvieron sus posiciones a pocos kilómetros de la ciudad hasta mayo de 1937 con la ofensiva franquista para ampliar la cabeza de puente. La ermita de la Virgen del Valle, situada en frente de la ciudad, quedó aislada en tierra de nadie, ya que las posiciones situadas al sur de la ermita tenían una elevación mayor que permitían realizar incursiones y controlar todo el sector de manera más eficaz para los republicanos. Allí, desde el verano de 1936, quedó la figura de la Virgen hasta el 29 de abril de 1937.
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Grupo de milicianos observando la ciudad de Toledo desde los terreros del valle. Albero y Segovia. |
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Ermita de la Virgen del Valle frente a la ciudad de Toledo. Archivo Diputación de Toledo. |
La hazaña para recuperar la virgen se publicó en los principales periódicos editados en la ciudad, que en estos momentos de la contienda eran El Alcázar e Imperio. Ambos diarios facilitan datos relevantes para conocer al detalle cómo se produjo la incursión hasta la ermita y regresar a la ciudad.
Durante el asedio del Alcázar, la ermita fue saqueada por parte de las milicias y «extrajeron a la Virgen de su camarín y la colocaron al exterior, sobre un parapeto que habían establecido, dando frente a la Academia, en el pretil de acceso al santuario, junto al almácigo», describía El Alcázar.
En estas fotos podemos ver los terrenos del valle toledano y la ermita entre 1936 y 1939:
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Vista de los terrenos del valle de Toledo al fondo. A la derecha, la ermita de la Virgen del Valle. Foto Wunderlich / IPCE. |
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Cerro del Bu de Toledo durante la guerra. Al fondo, la ciudad con la torre de la Catedral y el Alcázar completamente destruido tras el asedio. SZ Photos. |
El 29 de abril de 1937, el capitán Cándido Lugo Rincón, defensor del Alcázar durante el asedio y miembro de la Junta de la Cofradía de la Virgen del Valle decidió recuperar la escultura religiosa días antes de su romería el primero de mayo. El capitán Lugo tuvo autorización por parte del gobernador militar, el coronel Anatolio de Fuentes, y contó con un pequeño grupo de voluntarios compuesto por los requetés Antonio de Ancos, Pascual Ibáñez y Germán Pérez, el falangista Juan Aparicio y el cabo Juan Molero de Asalto.
A las 9 de la mañana el grupo cruzó el río por la zona de la Barca del Pasaje para ascender rápidamente por el camino en zigzag, observados desde la otra orilla por el propio coronel Anatolio de Fuentes. Al llegar a la ermita encontraron a la Virgen en la sala de Juntas, comprobando que había sufrido algunos desperfectos leves y el brazo de la figura del Niño Jesús estaba roto por un disparo. Casualmente, la corona de la Virgen, de gran valor patrimonial, se encontraba guardada en Toledo desde febrero de 1936 y no estaba en su lugar original al producirse la sublevación. A su regreso a la ciudad, el coronel ofreció su coche para trasladar a la figura hasta la capilla mayor de la Catedral y numerosos vecinos del barrio se acercaron a felicitar a los voluntarios.
El diario refleja que no sufrieron en ningún momento hostilidad por el enemigo, y que momentos antes de iniciar la misión las ametralladoras del sector sur de Toledo habían abierto fuego contra posiciones cercanas a la ermita y el camino que lleva hasta ella.
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Imperio, 1937 |
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Actual vista de la ermita del valle desde la Barca de Pasaje en Toledo. |
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Recorrido realizado tras cruzar el río Tajo hacia la ermita de la Virgen del Valle. |
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Cruce del río Tajo por la Barca del Pasaje. La Esfera (1922). |
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Cruce de una barca desde la Barca del Pasaje. Foto Wunderlich / IPCE. |
Por no poder celebrarse la romería debido a la situación bélica, se organizó en la Catedral una misa y un acto el 1 de mayo con motivo de la festividad y la recuperación de la Virgen a la que acudieron el gobernador civil Cirujano, el gobernador militar, el alcalde Aguirre y el primer teniente de alcalde Labandera, que acompañaron al obispo auxiliar Modrego. A las 11 de la mañana, la Catedral se encontraba repleta de vecinos y vecinas para asistir a la procesión que haría un recorrido por el interior de las naves del templo. El final de la fiesta estuvo marcado por «la salve popular, cantada a coro por la multitud de fieles, y con vítores entusiastas a la Virgen del Valle, a España y al Ejército».
Para saber más:
- González González, A. (2024). La fe católica, trinchera política. Izquierdas y derechas en la guerra cultural. Sílex Ediciones.
- Ruiz Casero, L. A. (2023). Sin lustre sin gloria. Toledo y Guadalajara, frentes olvidados de la Guerra Civil. Desperta Ferro Ediciones.
Esta historia me la contó mi madre.
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