Celebrando el 10º aniversario de Toledo GCE con la obra de Robert Capa y Gerda Taro
¡Estamos de celebración! ¡Este mes de mayo de 2023 el blog Toledo GCE cumple diez años! Un proyecto que comenzó de manera muy personal, como un hobbie, para unir la historia de la Guerra Civil española y la fotografía. Hoy es mi línea principal de investigación académica y es enlace profesional a mi medio de vida. Si echo la vista atrás es increíble todo lo aprendido en este viaje. Porque siempre se ha tratado de eso, de APRENDER. Y todo ha sido gracias a vosotros y vosotras: seguidores, lectores por curiosidad, por investigar, por leer y entender un pasado reciente a través de la documentación fotográfica y sus protagonistas. Solo tengo palabras de orgullo y agradecimiento para todos y todas. ¡Por otros diez años más de fotografía, historia e investigación! Muchas gracias, de corazón.
Por este aniversario hoy publico una entrada especial. Se trata de una nueva fotografía realizada en Toledo por Robert Capa y Gerda Taro, el tándem de reporteros de guerra más famoso de la historia y que en su momento marcaron el camino de este blog desde sus inicios en 2013.
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Miliciano en la barricada de la plaza de Zocodover el 18 de septiembre de 1936. Robert Capa y Gerda Taro (Robert Capa's Unknown World) |
No vamos a entrar en detalles sobre la biografía de los fotógrafos su o trayectoria porque es un tema de debate muy generalizado y con muchas confusiones y opiniones dispares. Simplemente analicemos la fotografía que fue tomada por estos jóvenes que se iniciaban en el fotoperiodismo bélico en el verano de 1936 en nuestro país.
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Libro Robert Capa's Unknown World. 50 Years After His Tragic Death (2004) |
Esta última fotografía la localicé hace un par de años en un libro bastante curioso y difícil de encontrar en España. Se trata de un catálogo de la exposición realizada en Japón por el 50 aniversario de su muerte. Entre la selección de fotografías para el catálogo una llamó mi atención por el lugar donde estaba realizada, aunque una vez más no indicaba que era Toledo. La ventana detrás del miliciano la conocía perfectamente por numerosas imágenes de ese mismo lugar durante el asedio del Alcázar. Se trata de la barricada ubicada al final de la calle Armas, ya casi en la plaza de Zocodover.
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Barricada en la plaza de Zocodover. La ventana de la izquierda con la bandera es el lugar donde Capa y Taro retrataron al miliciano dinamitero (Fondo fotográfico Vincent Doherty) |
Como bien sabemos, Capa y Taro pasaron por Toledo dos veces aquel verano de 1936 durante sus viajes por la España gubernamental para fotografiar victorias republicanas. La segunda vez que estuvieron en la ciudad fue para cubrir la explosión de la mina y el posterior asalto contra la fortaleza el 18 de septiembre (podéis leer todas las entradas aquí y en este artículo).
Esta última fotografía identificada se suma a las once que a lo largo de estos diez años he podido localizar e investigar sobre el trabajo de los reporteros en Toledo. Es más que probable que fuera realizada ese mismo 18 de septiembre en la plaza de Zocodover durante los asaltos por la fachada norte del Alcázar. Se trata de un magnífico retrato de un miliciano o dinamitero cargado con varias granadas modelo Lafitte que se encuentra expectante al otro lado del parapeto mientras en la zona del Alcázar estaban sus compañeros ascendiendo entre los escombros.
Si ampliamos y analizamos bien la fotografía y al miliciano podemos observar cómo en su gorrillo hay un parche bordado con la palabra «Escuadra», una hoz, una estrella y un martillo y unas siglas que no llegamos a descifrar qué pueden significar (cualquier opinión es bienvenida). Camisa rayada, cartucheras negras y un cinturón porta granadas que seguramente pueda cargar mínimo hasta seis artefactos. En otras fotografías del fondo Vincent Doherty o Hans Namuth podemos ver otros dinamiteros o granaderos como este con sus bombas en el cinturón en los interiores de Santa Cruz y Santa Fe. La fotografía se realizó seguramente con la cámara Leica de formato universal que la pareja llevaba durante esta primera etapa y, aunque el catálogo da la autoría a Robert Capa, no significa que fuera él quien disparó la cámara ya que firmaban ambos con ese pseudónimo en 1936 y se intercambiaban las cámaras.
En los últimos días el archivo de la Universidad de California ha facilitado los documentales audiovisuales de 1936 que fueron tomados el 18 de septiembre de 1936. Estos en realidad son noticiarios de diferentes fuentes y camarógrafos españoles y extranjeros que fueron recogidos y mostrados al público por la Hearstone Movietone News en la época que con diferentes cortes formaban sus noticiarios completos. Estas nuevas imágenes con una calidad excelente nos permiten visualizar cómo se produjeron aquellos momentos de combate en la plaza de Zocodover, además de contar con escenas donde se encontraban en aquel momento Capa y Taro como fue la calle Santa Fe o el interior y claustro del museo de Santa Cruz.
El bombardeo republicano sobre Toledo en mayo de 1937
Las operaciones militares que se produjeron en mayo de 1937 con la ofensiva franquista hacia el sur del Tajo marcaron un antes y un después en el frente toledano que había quedado establecido en octubre del año anterior cuando la ciudad fue ocupada por las fuerzas del general Varela. El contrataque republicano pocos días después del avance sublevado incluyó el bombardeo aéreo durante las jornadas del día 11 y 12 de mayo sobre diferentes zonas del centro histórico. Las fotografías que analizamos en esta nueva entrada son fruto del trabajo de documentación de los efectos de los bombardeos de mayo de 1937.
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Bombas sobre el centro histórico de Toledo. |
El plan del general Yagüe era ampliar las cabezas de puente establecidas al otro lado del río Tajo y así hacer retroceder varios kilómetros las posiciones republicanas que se encontraban a poca distancia de la ciudad de Toledo. La ofensiva franquista se inició en la madrugada del 7 de mayo de 1937 pillando por sorpresa a las brigadas 46ª y 47ª que abandonaron sus pequeños e inútiles parapetos defensivos en una desbandada ante lo que creían una ofensiva general. Ascendieron rápidamente por La Bastida y La Pozuela, ocupando las alturas del Cerro de los Palos, las Lomas y la dehesa de Loches, ocupando varios km de la carretera de Polán y ocupando la localidad de Argés. El contraataque republicano se produjo el día 9 con la 11 División de Líster en el terreno. Podéis leer con mayor detalle sobre esta ofensiva en el trabajo de nuestro compañero Luis A. Ruiz Casero: https://eprints.ucm.es/id/eprint/65198/
El 10 y 11 de mayo la aviación republicana atacó la ciudad causando bajas entre la población civil. El bombardeo más cruento se produjo el 12 de mayo. A primera hora de la mañana, con las baterías antiaéreas sin desplegar y sin presencia de aviones enemigos, los bombarderos republicanos actuaron sobre el centro urbano de Toledo. La prensa local denunció el acto como una actuación criminal sobre la población indefensa y como venganza por la ofensiva franquista en la cabeza de puente toledana.
El diario Imperio detallaba aspectos del bombardeo republicano, además de informar que dos heridos leves son parte del personal de la redacción del periódico:
«La destrucción de varias casas de la capital pereciendo en ellas los seres indefensos que por ser a las primeras horas de la mañana, estaban descansando libres de todo encono y ajenos a toda actividad combativa, la inconsciencia de los daños que ocasionan sin conseguir destruir ni batir ningún objetivo militar lógico en la guerra, demuestra palpablemente que no se trata de una operación de técnica militar, sino de un acto de barbarie más que la canalla rusa apunta en los innumerables que lleva desde el comienzo de nuestra guerra».
Esa misma mañana El Alcázar:
Los partes franquistas indican la presencia sobre Toledo de aviones Potez 25, aunque Ruiz Casero añade que es más probable que fueran Polikarpov RZ “Natacha” y R5 “Rasante” (2021: 211).
La incursión aérea republicana sobre Toledo bombardeó las cercanías de Zocodover y los escombros de la barriada cerca del Alcázar, el Asilo Provincial, viviendas en la calle Sillería y Cordonerías y el convento de San Clemente entre otros. Imperio informaba que «en los diferentes edificios siniestrados, continúa el desescombro con toda actividad» y por el momento las bajas recogidas son de diez personas, la mayoría ancianos, mujeres y niños.
El diario Alcázar describe la situación de nuevo el 14 de mayo de 1937: «Las campanas de la Catedral comenzaron a sonar desesperadamente. Sobre la capital una escuadrilla de aviones marxistas, de alas rayadas, como las de los aguiluchos, comenzó o soltar su carga mortífera. Una, dos, quince... veinte... explosiones horrorosas. Una nubecilla de polvo comienza a elevarse de las casas derruidas. Y de entre las ruinas: tablones, vigas, piedras, todo en profusa mescolanza, ayes y voces de auxilio».
El fotógrafo de la ciudad Pablo Rodríguez se apresuró para documentar con su cámara los efectos de los bombardeos en las calles y casas dañadas. El Alcázar ya reseñaba el 14 de mayo que la colección fotográfica de Rodríguez se encontraba en manos del gobernador civil Silvano Cirujano para este ponerlas a disposición de la Delegación de Estado para Prensa y Propaganda y enviarlas a las embajadas para denunciar la barbarie de los bombardeos republicanos sobre Toledo.
Algunas de estas copias positivas se encuentran depositadas en los fondos de la Biblioteca Nacional, sin fecha y mezcladas con diferentes fotografías de destrucción por los combates en 1936 contra el Alcázar. Es fácil diferenciar las que son de mayo de 1937 por el lugar documentado, la marca del papel (Agfa Brovira) y el sello de la casa Rodríguez.
Pablo Rodríguez, muy destacado en la ciudad por su labor, supo fotografiar desde las mejores posiciones y documentar los daños producidos. En la plaza San Nicolás fotografió los efectos de las bombas en una casa y otra en la calle Sillería donde «fue destruido el último piso de las últimas casas».
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Daños en una vivienda en la plaza de San Nicolás en mayo de 1937. Foto Rodríguez (BNE) / Foto Carlos Vega, 2023. |
Las bombas cayeron a muy pocos metros de la Catedral en la calle Sinagoga y del NuncioViejo donde, una vez más, destrozaron casas particulares y resultando heridos varias personas que pernoctaban a esas horas en sus hogares. Rodríguez fotografió estos daños con la torre de la Catedral al fondo para demostrar la cercanía del templo.
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Daños en el coro del convento de San Clemente en mayo de 1937 |
Sin duda, una de las fotografías de Rodríguez que más me ha impactado es la que muestra la destrucción completa de una vivienda en la calle Cordonerías nº 4. El segundo piso de la casa fue el hogar de Teresa, niña de la guerra que sufrió el bombardeo republicano aquel día donde falleció su madre Dolores Flores de Aroca. Ya contamos su historia gracias al testimonio vivo de Teresa. Podéis leer la entrada aquí.
Teresa vivía muy cerca del Alcázar, en la calle de la Concepción. Los combates en torno a la fortaleza en 1936 obligaron a su familia a abandonar la casa que quedó destruida por completo aquel verano. Cuando las fuerzas del general Franco ocuparon Toledo y acabaron con el asedio, la familia recibió la concesión de la vivienda de la calle Cordonerías para poder volver a establecerse tras perder su hogar.
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Notificación de concesión viviendas el 28 de octubre de 1936. En séptimo lugar la correspondiente a la calle Cordonerías, 4. Diario El Alcázar. |
Estamos acostumbrados en la actualidad a ver imágenes duras de las guerras contemporáneas y ajenas a nosotros, pero sirvan estas fotografías para recordar que no hace mucho tiempo la guerra estuvo presente en las calles y casas por donde pasamos a diario vecinos y visitantes.
Un periodista y un fotógrafo en el frente de Toledo en 1936
Durante el verano de 1936 sabemos que recorrieron las calles de la ciudad decenas de reporteros gráficos y periodistas para cubrir el asedio del Alcázar. La situación cambió cuando finalizó el cerco con la liberación de la fortaleza y la ocupación de la capital toledana a finales de septiembre. Posteriormente la prensa republicana se enfocó en la defensa del norte provincial de Toledo y la batalla de Madrid a partir de noviembre de aquel año. Hoy analizamos un artículo que está acompañado por un conjunto de fotografías realizadas en diciembre de 1936, cuando Madrid había conseguido frenar el avance de Franco y todo parecía estancado en el frente del centro.
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Fotografía de Llompart en 1937 (Foto PARES) |
El artículo con el título «Toledo, al alcance de la mano» se publicó el 8 de diciembre de 1936 en el diario Ahora, uno de los periódicos ilustrados más importantes del momento donde trabajaban destacados reporteros y redactores de la época. Esta crónica está firmada por Isidro Corbinos y los clichés son obra del joven fotógrafo Daniel Gallego Manzano.
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Ahora, 8 de diciembre de 1936 |
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Patrulla en el entorno de la Sisla Foto Manzano. Ahora, 8 de diciembre 1936. *En la edición del periódico la fotografía está volteada |
El reportero gráfico Daniel Gallego Manzano (1917-1972) era miembro de la UIGP desde enero de 1936 y con 19 años ya formaba parte de la plantilla de fotógrafos del diario Ahora. Aquel día acompañaba al redactor del diario Isidro Corbinos para acercarse a las posiciones republicanas en Toledo y como indica Corbinos fueron custodiados por hombres de la 2ª Cía. del Regimiento de Milicias Populares Extremeñas. Las fotografías de Manzano muestran la heterogeneidad en los uniformes y vestimentas de los milicianos que portan armamento básico. Chaquetas de invierno, alpargatas, boinas y gorrillas militares con inscripciones CNT. En cuanto al armamento se intuyen fusiles máuser, bayonetas largas y granadas de mano modelo Lafitte con las que bromean ante el reportero gráfico. Uno de ellos sujeta un pequeño cabrito negro que come pasto en la zanja.
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Milicianos que acompañaron a Corbinos y Manzano por las cercanías de Toledo en diciembre de 1936 (Foto PARES) |
Es más que probable que Corbinos sea el hombre con gabardina de color claro y boina negra que no parece portar ningún fusil o armamento.
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Sin embargo, el artículo de Ahora cobra mayor interés, no solo por la documentación fotográfica, sino porque contamos con el magnífico relato de su autor sobre aquella jornada en Toledo escritas en sus memorias en el libro Pasaje al limbo (2017). Tal y como describe, la crónica del frente toledano fue su primer artículo de guerra en este periodo.
La figura de Corbinos es digna de recuperar para este blog debido a su impresionante trayectoria profesional:
Isidro Corbinos Pontaque (1894-1966) era natural de Zaragoza y durante su juventud llegó a ser futbolista profesional con el F.C. Barcelona y con el club Catalonia de Manresa, mientas que ya trabajaba como periodista deportivo. En 1915 publicó Boxeo, uno de los primeros libros sobre este deporte editado España. En aquella etapa trabajó en La Vanguardia, Excelsior, El Mundo Deportivo y Stadium. En 1933 era redactor de As y al estallar la Guerra Civil fue designado como corresponsal de guerra para el diario Ahora y a partir de mayo de 1937 en La Vanguardia. En 1939 cruzó la frontera a pie para reunirse en París con su mujer e hija que habían salido anteriormente hacia Burdeos. El 4 de agosto de 1939 embarcó rumbo a Chile junto a su familia en el Winnipeg, carguero fletado por Pablo Neruda. En Chile comenzó a trabajar como redactor de prensa, además de dedicarse como profesor de periodismo en la Universidad de Chile hasta su jubilación en 1965. Años después se creó el «Premio Nacional de Periodismo deportivo Isidro Corbinos» como reconocimiento a los profesionales de esta labor informativa.
Isidro Corbinos explica en sus memorias que fue designado como corresponsal en los frentes el mismo mes de diciembre de 1936 para sustituir a los dos redactores que habitualmente ejercían esta tarea. En una excelente crítica sobre el trabajo de corresponsal de guerra Corbinos defiende que para ser buen corresponsal de guerra es necesario «realizar maniobras, entrenamiento y academia». En todos los ámbitos laborales cualquier profesional ha sido entrenado y ha aprendido el oficio anteriormente para ejercer las tareas a la perfección, pero un corresponsal de guerra «se improvisa en el curso de la guerra misma».
El redactor de Ahora señala que ante tal inexperiencia sobre los frentes de guerra debía realizar un reportaje sensacional y pensó en Toledo que había caído en manos franquistas tres meses antes. Su artículo debía ir acompañado por documentos gráficos para acreditar el éxito, por lo que contó con «el más joven de los reporteros gráficos, Garina (sic)». El error en el nombre es lógico años después del conflicto, además de no existir el fotógrafo Garina, sino que lo confunde con otro joven reportero del diario Ahora Mariano Marina de Pablo.
Sin saber la situación de las fuerzas en el terreno partieron desde Madrid hacia Aranjuez con un coche del periódico y un chófer. Tras una parada en Chinchón donde el chófer se tomó un aguardiente «para matar el gusanillo», llegaron a Aranjuez y continuaron vía Ocaña hasta Orgaz donde estaba el puesto de mando republicano de la Guardia Nacional Republicana. El jefe del sector era Manuel Uribarri (para saber más sobre los acontecimientos en el sur del Tajo entre 1936 y 1939 os recomiendo la tesis doctoral de Luis A. Ruiz Casero, aquí).
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Según Corbinos el cuartel general era un caos, ya fuera por ser transitorio o por los cambios recientes en el Ejército republicano de esas fechas. Tras preguntar cuál era la mejor manera de llegar a Toledo, las indicaciones con sorna del comandante fueron muy directas: Tome la carretera.
Con el chófer y el fotógrafo Manzano, sin dudarlo, enfiló la carretera hasta llegar tan cerca de Toledo que estuvo a pocos metros de enfilar el descenso hacia el río Tajo y la ciudad cuando comenzaron a recibir fuego de fusilería. Al echar la vista atrás un grupo de milicianos también abría fuego y gesticulaba a los pasajeros del vehículo. Al comprobar los milicianos la documentación y ver que todo estaba en orden explicaron que «aquel era un frente móvil» y que «no hay más líneas que la del ferrocarril. Ni más trincheras que los zarzales y alguna que otra piedra». Era un frente de guerrillas donde se movían por grupos, que se infiltraban, avanzaban, retrocedían e iban trasladándose por el sector.
Los milicianos comentaron que a la mañana siguiente habría una descubierta cerca de las posiciones enemigas y que podían ir en el grupo para sacar una fotografía de Toledo. Aquella noche durmieron en el automóvil y antes del amanecer avanzaron junto a la patrulla. Corbinos comenta que la neblina del amanecer fue desapareciendo y pudo vislumbrar la torre de Santo Tomé, la Catedral, San Juan de los Reyes y el Alcázar. Justo abajo, cuando empezaba a descender la carretera se encontraban los puentes, la estación de ferrocarril y el Hospital Provincial, pero «eran invisibles desde las rocas».
El periodista se preguntaba:
«Hubiera dado cualquier cosa por saber si en los patios interiores morunos de las casas solariegas fluía el agua de los surtidores; por saber si en la pinacoteca de la Catedral estaban aún todos los Grecos, y en sus altos desvanes la Tarasca asustando a los chicos...y grandes. Si todavía en los muros de San Juan de los Reyes pendían las cadenas de los cautivos de Argel y si había algún musulmán, de los recién llegados de Marruecos, inclinado en la capilla mozárabe de Santa María la Blanca, pegada su frente a los baldosines.
El fin del periplo está marcado por el accidente en coche que tuvieron Manzano, Corbinos y el chófer. El conductor, que ya había bebido en la jornada anterior en cada parada que realizaban, volvió a echar un trago en Orgaz y Chinchón en el viaje de regreso. En Madrid, cegado por el sol, el chófer estrelló el auto contra un tranvía resultando Corbinos herido con una costilla fracturada. El periodista redactó su primera crónica en la cama y su reflexión tras esta experiencia fue: «que uno de los peores enemigos del corresponsal de guerra es el chinchón que ingieren los choferes; y que para matar el gusanillo, lo más recomendable es la estrictina».
Hace unos años pude realizar una fotografía en el mismo entorno donde estuvieron los milicianos junto a Corbinos y la vista resultó ser prácticamente la misma que realizó Manzano, aunque unas posiciones más adelantadas:
Este año 2023 se cumplen diez años desde que comenzó a publicarse este blog. Muchas investigaciones, fotografías, documentación y sobre todo aprendizaje por mi parte. Cada cierto tiempo, durante este año, continuaremos publicando entradas excepcionales que aporten y recuperen historias a través de la fotografía.