El bombardeo republicano sobre Toledo en mayo de 1937
Las operaciones militares que se produjeron en mayo de 1937 con la ofensiva franquista hacia el sur del Tajo marcaron un antes y un después en el frente toledano que había quedado establecido en octubre del año anterior cuando la ciudad fue ocupada por las fuerzas del general Varela. El contrataque republicano pocos días después del avance sublevado incluyó el bombardeo aéreo durante las jornadas del día 11 y 12 de mayo sobre diferentes zonas del centro histórico. Las fotografías que analizamos en esta nueva entrada son fruto del trabajo de documentación de los efectos de los bombardeos de mayo de 1937.
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Bombas sobre el centro histórico de Toledo. |
El plan del general Yagüe era ampliar las cabezas de puente establecidas al otro lado del río Tajo y así hacer retroceder varios kilómetros las posiciones republicanas que se encontraban a poca distancia de la ciudad de Toledo. La ofensiva franquista se inició en la madrugada del 7 de mayo de 1937 pillando por sorpresa a las brigadas 46ª y 47ª que abandonaron sus pequeños e inútiles parapetos defensivos en una desbandada ante lo que creían una ofensiva general. Ascendieron rápidamente por La Bastida y La Pozuela, ocupando las alturas del Cerro de los Palos, las Lomas y la dehesa de Loches, ocupando varios km de la carretera de Polán y ocupando la localidad de Argés. El contraataque republicano se produjo el día 9 con la 11 División de Líster en el terreno. Podéis leer con mayor detalle sobre esta ofensiva en el trabajo de nuestro compañero Luis A. Ruiz Casero: https://eprints.ucm.es/id/eprint/65198/
El 10 y 11 de mayo la aviación republicana atacó la ciudad causando bajas entre la población civil. El bombardeo más cruento se produjo el 12 de mayo. A primera hora de la mañana, con las baterías antiaéreas sin desplegar y sin presencia de aviones enemigos, los bombarderos republicanos actuaron sobre el centro urbano de Toledo. La prensa local denunció el acto como una actuación criminal sobre la población indefensa y como venganza por la ofensiva franquista en la cabeza de puente toledana.
El diario Imperio detallaba aspectos del bombardeo republicano, además de informar que dos heridos leves son parte del personal de la redacción del periódico:
«La destrucción de varias casas de la capital pereciendo en ellas los seres indefensos que por ser a las primeras horas de la mañana, estaban descansando libres de todo encono y ajenos a toda actividad combativa, la inconsciencia de los daños que ocasionan sin conseguir destruir ni batir ningún objetivo militar lógico en la guerra, demuestra palpablemente que no se trata de una operación de técnica militar, sino de un acto de barbarie más que la canalla rusa apunta en los innumerables que lleva desde el comienzo de nuestra guerra».
Esa misma mañana El Alcázar:
Los partes franquistas indican la presencia sobre Toledo de aviones Potez 25, aunque Ruiz Casero añade que es más probable que fueran Polikarpov RZ “Natacha” y R5 “Rasante” (2021: 211).
La incursión aérea republicana sobre Toledo bombardeó las cercanías de Zocodover y los escombros de la barriada cerca del Alcázar, el Asilo Provincial, viviendas en la calle Sillería y Cordonerías y el convento de San Clemente entre otros. Imperio informaba que «en los diferentes edificios siniestrados, continúa el desescombro con toda actividad» y por el momento las bajas recogidas son de diez personas, la mayoría ancianos, mujeres y niños.
El diario Alcázar describe la situación de nuevo el 14 de mayo de 1937: «Las campanas de la Catedral comenzaron a sonar desesperadamente. Sobre la capital una escuadrilla de aviones marxistas, de alas rayadas, como las de los aguiluchos, comenzó o soltar su carga mortífera. Una, dos, quince... veinte... explosiones horrorosas. Una nubecilla de polvo comienza a elevarse de las casas derruidas. Y de entre las ruinas: tablones, vigas, piedras, todo en profusa mescolanza, ayes y voces de auxilio».
El fotógrafo de la ciudad Pablo Rodríguez se apresuró para documentar con su cámara los efectos de los bombardeos en las calles y casas dañadas. El Alcázar ya reseñaba el 14 de mayo que la colección fotográfica de Rodríguez se encontraba en manos del gobernador civil Silvano Cirujano para este ponerlas a disposición de la Delegación de Estado para Prensa y Propaganda y enviarlas a las embajadas para denunciar la barbarie de los bombardeos republicanos sobre Toledo.
Algunas de estas copias positivas se encuentran depositadas en los fondos de la Biblioteca Nacional, sin fecha y mezcladas con diferentes fotografías de destrucción por los combates en 1936 contra el Alcázar. Es fácil diferenciar las que son de mayo de 1937 por el lugar documentado, la marca del papel (Agfa Brovira) y el sello de la casa Rodríguez.
Pablo Rodríguez, muy destacado en la ciudad por su labor, supo fotografiar desde las mejores posiciones y documentar los daños producidos. En la plaza San Nicolás fotografió los efectos de las bombas en una casa y otra en la calle Sillería donde «fue destruido el último piso de las últimas casas».
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Daños en una vivienda en la plaza de San Nicolás en mayo de 1937. Foto Rodríguez (BNE) / Foto Carlos Vega, 2023. |
Las bombas cayeron a muy pocos metros de la Catedral en la calle Sinagoga y del NuncioViejo donde, una vez más, destrozaron casas particulares y resultando heridos varias personas que pernoctaban a esas horas en sus hogares. Rodríguez fotografió estos daños con la torre de la Catedral al fondo para demostrar la cercanía del templo.
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Daños en el coro del convento de San Clemente en mayo de 1937 |
Sin duda, una de las fotografías de Rodríguez que más me ha impactado es la que muestra la destrucción completa de una vivienda en la calle Cordonerías nº 4. El segundo piso de la casa fue el hogar de Teresa, niña de la guerra que sufrió el bombardeo republicano aquel día donde falleció su madre Dolores Flores de Aroca. Ya contamos su historia gracias al testimonio vivo de Teresa. Podéis leer la entrada aquí.
Teresa vivía muy cerca del Alcázar, en la calle de la Concepción. Los combates en torno a la fortaleza en 1936 obligaron a su familia a abandonar la casa que quedó destruida por completo aquel verano. Cuando las fuerzas del general Franco ocuparon Toledo y acabaron con el asedio, la familia recibió la concesión de la vivienda de la calle Cordonerías para poder volver a establecerse tras perder su hogar.
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Notificación de concesión viviendas el 28 de octubre de 1936. En séptimo lugar la correspondiente a la calle Cordonerías, 4. Diario El Alcázar. |
Estamos acostumbrados en la actualidad a ver imágenes duras de las guerras contemporáneas y ajenas a nosotros, pero sirvan estas fotografías para recordar que no hace mucho tiempo la guerra estuvo presente en las calles y casas por donde pasamos a diario vecinos y visitantes.
La guerra en la infancia
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Teresa, años antes del estallido de la Guerra Civil. |
Teresa nació el 1 de enero de 1928 en Madrid. Es hija única. Su padre trabajaba en el Banco Español de Crédito en la capital y al poco tiempo de nacer, la familia se trasladó a Toledo, pues el padre ocupó el cargo de director en la sucursal del Banesto en Toledo. A pesar de sus 88 años, Teresa mantiene viva su memoria y recuerda con claridad donde pasó los primeros años en la ciudad imperial hasta los turbios momentos de la guerra civil. Su casa era un entrepiso de un edificio que se encontraba en la cuesta del Carmen, muy cerca del convento de las Concepcionistas, en la calle que da acceso a esta plaza hoy llamada calle Concepción. El edificio de tres o cuatro plantas pertenecía a un hombre de nacionalidad francesa, Isidoro Clamagirand. Según Teresa, la casa era conocida como la «casa del francés». Tenía un portal con bonitos azulejos toledanos y su ventana daba a la propia calle de la Concepción. Justo en la esquina, muy cerca de la plaza, recuerda un taller de zapatos. Podemos decir que la residencia se encontraba prácticamente en primera línea durante el asedio del Alcázar con la cercanía de edificios militares y el propio Museo de Santa Cruz.
Tras el 21 de julio y declararse el Estado de Guerra, Teresa comenta que había mucho ajetreo en la ciudad y los milicianos detuvieron a su padre. Un ordenanza del Banco con ideas republicanas que conocía bien a los milicianos intermedió por él evitando que el padre de Teresa fuera encarcelado o incluso fusilado.