La guerra en la infancia

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Teresa, años antes del estallido de la Guerra Civil.

Esta puede ser una historia más de la guerra civil, una de esas historias que hemos escuchado o leído cientos de veces en prensa, libros e incluso películas y documentales; pero este testimonio nos da una idea clara de la vida en la ciudad durante el asedio del Alcázar y los siguientes años de guerra en un Toledo que jamás pudo estar en relativa calma por la cercanía del frente. Un viaje al pasado a través de los recuerdos de Teresa y que no daré más detalles para respetar su persona. Es un testimonio vivo muy importante para mí ya que soy amigo de la familia de toda la vida y guardo estrecha relación con ellos además de aportar hechos históricos muy importantes para Toledo. 

Teresa nació el 1 de enero de 1928 en Madrid. Es hija única. Su padre trabajaba en el Banco Español de Crédito en la capital y al poco tiempo de nacer, la familia se trasladó a Toledo, pues el padre ocupó el cargo de director en la sucursal del Banesto en Toledo. A pesar de sus 88 años, Teresa mantiene viva su memoria y recuerda con claridad donde pasó los primeros años en la ciudad imperial hasta los turbios momentos de la guerra civil. Su casa era un entrepiso de un edificio que se encontraba en la cuesta del Carmen, muy cerca del convento de las Concepcionistas, en la calle que da acceso a esta plaza hoy llamada calle Concepción. El edificio de tres o cuatro plantas pertenecía a un hombre de nacionalidad francesa, Isidoro Clamagirand. Según Teresa, la casa era conocida como la «casa del francés». Tenía un portal con bonitos azulejos toledanos y su ventana daba a la propia calle de la Concepción. Justo en la esquina, muy cerca de la plaza, recuerda un taller de zapatos. Podemos decir que la residencia se encontraba prácticamente en primera línea durante el asedio del Alcázar con la cercanía de edificios militares y el propio Museo de Santa Cruz. 


Tras el 21 de julio y declararse el Estado de Guerra, Teresa comenta que había mucho ajetreo en la ciudad y los milicianos detuvieron a su padre. Un ordenanza del Banco con ideas republicanas que conocía bien a los milicianos intermedió por él evitando que el padre de Teresa fuera encarcelado o incluso fusilado.


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Calle de la Concepción a la Plaza de las Concepcionistas.
Restos de la casa de Teresa tras la guerra civil en la esquina.
(http://www.concepcionistastoledo.org)




En esos primeros días el peligro de vivir justo en primera línea era escaso, pues recordemos que al otro lado de la calle en la cuesta del Carmen (actual calle Cervantes) se encontraba el Gobierno Militar, los Pabellones de la Caridad y la cuarta cuadra pertenecientes a la antigua Academia Militar en el Alcázar y ocupados por los combatientes sublevados. El cerco no estaba definido por completo y las milicias se dedicaban a molestar con paqueo a los internos en la antigua fortaleza. Las salidas por parte de los defensores por las cercanías del Alcázar eran muy habituales. Según Teresa, Isidoro Clamagirand, apodado El Francés, era un "enlace", un espía de los defensores, que al comienzo del asedio entraba y salía del Alcázar sin problema, pero según ella, ''nunca llegué a verle entrar y salir pues lo hacía muy bien''. Clamagirand era industrial panadero. En el mismo edificio de la calle Concepción tenía el horno y muy cerca un almacén de trigo. Teresa comenta que años después de la guerra regentaban un despacho de pan en el callejón de la Sillería.


Teresa con su primo Fernando en el paseo del Carmen en el año 1932/1933.

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A la derecha la cuesta de la calle Concepción.
Se aprecia la cercanía entre el Alcázar y los edificios ocupados por los sublevados y la casa de Teresa. 

En los listados de defensores y población civil en el interior del asedio, Isidoro Clamagirand Jiménez aparece como miembro de Renovación Española, de nacionalidad francesa e industrial panadero. Fue quien comunicó a Moscardó y a sus hombres la existencia de un almacén de trigo en las cercanías del Alcázar. Según el listado Isidoro fue descubierto durante una salida que hizo para llegar a su casa donde varias personas y algunas monjas se encontraban refugiadas. Una de las monjas había fallecido e Isidoro la enterró en el patio. Tras ser detenido fue juzgado y condenado, pero el cónsul francés al conocer su situación intermedió y rescató a Isidoro que volvió a Toledo en 1938. 

Estos flecos de la historia de Isidoro Clamagirand concuerdan en parte con los recuerdos de Teresa, quien además añade que su padre ayudó a enterrar a la monja junto a otro vecino. Gracias a Isidoro Clamagirand y su conocimiento sobre el almacén de trigo, los defensores y la población civil que se encontraba en el interior pudieron sobrevivir tras requisar el trigo. Con este, fabricaban panecillos en un horno y se repartían a unidad por persona. En la mayoría de datos y bibliografía, el almacén de trigo pertenecía a un Banco de Toledo y la fecha del conocimiento de los defensores de este preciado trigo es, según el diario de operaciones, el día 3 de agosto de 1936. Estos dos apuntes son los únicos que crean dudas a las diferentes informaciones que se han escrito. 


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Horno de campaña en el interior del Alcázar fabricado durante el asedio del Alcázar.

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Panecillo fabricado con el trigo recuperado del Sr. Clamagirand y principal sustento
de la población civil y militar del asedio del Alcázar.

En el diario de operaciones del Alcázar se puede leer: 


"...Por una confidencia, se entera el Comandante Militar que en una casa próxima a la explanada del Picadero hay gran cantidad de trigo, de muy buena calidad, propiedad de un Banco de Toledo, por lo que se dispone que el Comandante Araujo, de servicio aquella noche, haga una requisa con fuerzas de la Guardia Civil y Falange, requisa que se hace sin novedad, entrándose 23 sacos de 90 kilos de un trigo superior, del cual se empieza a gastar para la fabricación del pan, lo que se hace con una molturadora de Intendencia a la que, por falta de fluido, se le adosó una motocicleta, con lo que la molturación entra en una fase normal dentro de un no muy grande rendimiento por ser pequeña la molturadora y grande la población del Alcázar; se fabrica un pan diario por persona, 
de un peso aproximado de 150 gramos."
Diario de Operaciones del Alcázar de Toledo
3 agosto de 1936


Teresa no lo sabía, pero estaba siendo testigo directo de la etapa más oscura en la historia de la ciudad de Toledo y a la vez su historia se relaciona con la anécdota del trigo y su requisa por parte de los defensores. 

Sus recuerdos aportan cosas más interesantes. No pudieron aguantar mucho en la casa de la calle Concepción. La artillería y los combates cada vez eran más frecuentes y las bombas caían muy cerca de la residencia. La criada de la casa de los padres de Teresa, Paulina (natural de Guadamur), tenía un novio miliciano y fue quien puso en conocimiento a las familias del edificio del peligro que corrían si continuaban allí. El miliciano trasladó al grupo de personas a Zocodover con un pañuelo blanco atado al fusil para evitar algún daño a los civiles. 



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La Casa del Francés donde vivía Teresa al comienzo del asedio.
La fotografía está tomada en septiembre de 1936 desde uno de los balcones del Museo Santa Cruz.
Justo en frente se encontraban los Pabellones de la Caridad y la cuarta cuadra
donde se encontraban los defensores del Alcázar.

Tuvieron que buscar un nuevo sitio para vivir. Aquí la memoria de Teresa no consigue recordar por qué fueron allí o quiénes eran los dueños de su nueva casa, pero recuerda perfectamente que estaba situada en las Cuatro Calles, exactamente en la calle Cordonerías. Pasado el asedio y con la nueva casa lista para empezar de nuevo, la guerra no había acabado aún y menos para Toledo. Las tropas republicanas habían abandonado la ciudad en septiembre de 1936 estableciéndose al otro lado del río, en la zona de los cigarrales. La amenaza de nuevos combates estaba a escasos tres kilómetros de distancia. Es cuando, en mayo de 1937, se produce la ofensiva por parte del bando franquista para ampliar las cabezas de puente sobre Toledo al sur del Tajo y alejar a las fuerzas republicanas que constantemente atacaban la ciudad y principalmente la Fábrica de Armas. La ofensiva se inició el 7 de mayo de 1937 desde el Puente San Martín, ascendiendo rápidamente por la Bastida y Pozuela. En pocas horas se arrasó con las débiles defensas republicanas llegando a ocuparse el pueblo de Argés. 

El contraataque republicano para evitar una ruptura general de las líneas no tardó en organizarse. Ambos bandos descargaron en la zona todo su potencial bélico con infantería, tanques, aviación y artillería. La ciudad sufría constantes bombardeos aéreos y artilleros. La alarma antiaérea que ponía en aviso a la población civil en Toledo se encontraba en la misma Catedral. Rápidamente los civiles debían dirigirse a los sótanos de las propias casas o a los refugios habilitados en edificios principales. Uno de estos refugios se encontraba en la misma plaza de Zocodover según las últimas investigaciones. 

Teresa relata que el día 12 de mayo una bomba de la aviación republicana cayó en las Cuatro Calles alcanzando su casa. Los escombros hirieron levemente a Teresa y a su madre Dolores, el padre quedó ileso. Su madre, con la casa dañada por la explosión, volvió a entrar en busca de algunos objetos personales y de valor. En ese momento algunas partes del edificio se vinieron abajo quedando sepultada bajo estos, no pudiendo ser rescatada a tiempo y muriendo por asfixia. Teresa y su padre fueron llevados al Hospital Militar de sangre situado en el Colegio Doncellas Nobles donde los heridos durante los combates en el Cerro de los Palos también eran trasladados. 


Plaza de las Cuatro Calles. En el edificio central se encontraba la casa de Teresa
que se accedía por la calle de la izquierda (C/Cordonerías).
(FOTO: http://unrio-depalabras.blogspot.com.es)


De nuevo habían perdido su casa y se añadía el trágico final de la madre. Un ordenanza del Banco llamado Julio Menchel y su esposa Gregoria, permitieron que Teresa y su padre vivieran en el piso bajo de su casa situada en el Cristo de la Luz. La niña, que ya contaba con 9 años, regresó al colegio de las Ursulinas. Recuerda como una monja, llamada Gabrielle de Marie, cuidaba especialmente de ella cuando se producía la amenaza de ataques aéreos sobre la ciudad. Teresa tenía pánico por las experiencias vividas en aquel bombardeo que la llegaron a marcar con cicatrices en su piel.

Al finalizar la guerra su padre marchó a Madrid con un camión para repartir comida a los familiares que habían sufrido el asedio sublevado durante aquellos años. Volvió a casarse años después y, junto a su nueva pareja y la niña, se mudaron a vivir a un piso en la Plaza de Zocodover que el Banco proporcionó a la familia. Fue el nuevo y tranquilo hogar de Teresa hasta que conoció a su futuro marido con el que se casó el 8 de septiembre de 1960, formando una gran familia y comenzando una nueva y feliz etapa de su vida. 


Esta es su historia y, a través de esta entrada, mi homenaje, mi muestra de respeto ante una infancia marcada por la guerra, como la de tantos miles y miles de niños y niñas que vieron truncada la etapa más feliz de su vida. 

Editado, 4 abril 2016: Teresa me pide que deje estas palabras suyas. "Todavía estoy viva, soy muy feliz y tengo unas hijas y unos nietos muy buenos".




1 comentario :

  1. que labor tan importante hacéis.
    me ha encantado leer este relato familiar que pertenece a la historia de Toledo

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